Desarrollo, desarrollismo y postestructuralismo en los países del «Tercer Mundo»
En una entrevista realizada por la Revista Oxímora de Miguen Mandujano a Arturo Escobar, este plantea los conceptos y el análisis actual de las sociedades frente al desarrollo, por lo cual aquí compartimos los apuntes más relevantes. Escobar es un catedrático de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, ha creado una destacada carrera en la academia norteamericana. Una notable influencia en la antropología y el pensamiento crítico contemporáneos, apareciendo siempre como un intelectual comprometido con sus intereses de investigación: modernidad, globalización, ecología política, desarrollo, entre otros temas.
«Uno de ellos es Vattimo. En El Fin de la Modernidad (1985), Vattimo identifica lo que él llama la lógica del novum, el hecho de que siempre tenemos que estar superando lo que ha venido antes como central a lo moderno. Se trata de una cuestión teleológica relacionada con el pensamiento lineal de Occidente. El otro es Enrique Dussel, quien en la conversación con Vattimo, pero también a partir de Marx, de la Teología de la liberación, etc., comienza a denunciar, de una forma muy latinoamericana, lo que llama la “falacia desarrollista” (Dussel, 1992). Lo que sugiere esta falacia es que todos los países tienen que pasar por las mismas etapas que ha pasado Occidente hasta llegar a ser como Occidente, por la fuerza si es necesario. Estos dos filósofos han visto desde siempre en el corazón de la modernidad esta idea de progreso, de desarrollo, de superación de lo antiguo como centrales a la modernidad».
Evolución a través del tiempo del desarrollo
Los conceptos de subdesarrollo y Tercer Mundo, como sabemos, no existían antes de los 40’s; son una invención, producto del gran reacomodo que está tomando lugar alrededor del fin de la Segunda Guerra Mundial y los procesos de descolonización.
- Surgen entonces dos grandes teorías; primero, la Teoría de la modernización, en los años 50’s, que es la primera gran teoría del desarrollo. Esta teoría sugiere que el desarrollo es, precisamente, ese proceso por el cual los países pobres van a replicar las condiciones que existen en los países ricos: la industrialización, la tecnificación de la agricultura, la urbanización, la adopción de valores occidentales, la racionalidad, el individuo, el mercado, etc., todo eso se va a replicar en el que, desde entonces, se va a llamar Tercer Mundo. Ese es un gran primer momento de producción intelectual –desde la perspectiva de la sociedad del conocimiento– de las teorías del desarrollo de corte liberal, en el sentido filosófico de la palabra, que surgen con gran fuerza en este momento.
- En los 60’s, se hace la primera crítica a ese paradigma desde la Teoría de la Dependencia. La Teoría de la Dependencia nos dice que el subdesarrollo no es causado por la supuesta falta de capital y tecnología y los valores de la modernidad, sino, más bien, que si queremos encontrar las raíces del subdesarrollo, tenemos que buscarlas en la articulación entre una situación interna de explotación de clase al interior de cada país y una situación de dependencia por parte de los países pobres hacia los países ricos. Es decir, una articulación entre explotación interna y dependencia externa y, que por tanto, si queremos propender por el verdadero desarrollo –que es el desarrollo de corte socialista–, tenemos que superar el capitalismo. El problema entonces, para la Teoría de la dependencia, no es el desarrollo, sino el capitalismo.
No tiene sentido que Asia, África y América Latina tengan que convertirse en “desarrollados” siguiendo el patrón de Occidente; Occidente mismo está en crisis, ¿por qué tenemos que seguir ese modelo, por qué no seguir nuestros propios modelos, y ni siquiera pensar en desarrollo? Haciendo, además, la relectura del momento histórico de los 50’s y 60’s, se empezó a reconocer el desarrollo como una invención de los países ricos, una invención –en el sentido antropológico-ontológico de la palabra–, que tuvo unas consecuencias impresionantes, económicas, sociales, culturales, políticas, materiales, etc.
En el postestructuralismo, algunos de estos autores –no todos–, encontramos un lenguaje que nos permitía explicar bien esta idea de que el problema fundamental era el concepto mismo de desarrollo y que el desarrollo se podía ver como una invención histórica culturalmente situada y por qué.
De igual manera, nosotros empezamos a ver que el desarrollo había sido inventado, que había llegado a convertirse en algo real a través de la producción de discursos de los países ricos sobre los países pobres y el despliegue de un aparato que incluía las instituciones creadas en los 50’s y 60’s, desde el BM (Banco Mundial), el FMI (Fondo Monetario Internacional), hasta las Agencias de Desarrollo en los países del Tercer Mundo y las Agencias de Cooperación para el Desarrollo en Europa y Estados Unidos. Todo este proceso de invención y despliegue de un aparato cubrió toda la superficie de Asia, África y América Latina, supuestamente, para transformar sus economías, sus sociedades, sus culturas en economías desarrolladas, donde desarrolladas quería decir, especialmente, según el patrón de Estados Unidos.
La otra influencia, en muchos casos de los autores que planteábamos esta idea de postdesarrollo incluido el mío, fue el trabajo de algunos autores latinoamericanos como Orlando Fals Borda y Paulo Freire. Orlando Fals Borda, por ejemplo, escribe un libro que se llama Ciencia propia y colonialismo intelectual (1970), donde abre la pregunta de cómo las teorías sociales importadas de Europa y de la sociología funcionalista norteamericana en particular, estaban sirviendo como instrumentos de colonialismo intelectual y cómo deberíamos desarrollar nuestras propias ciencias sociales desde la posición de la periferia, de los dominados, de los subordinados, de los oprimidos, como en el caso de Freire (1970), etc. Otra obra importante, para muchos, fue el trabajo de Iván Illich, quien yo diría que es el proto-crítico de la modernidad desde una perspectiva decolonial. Por supuesto, no fue un pensador decolonial en el sentido en que hoy lo entendemos (Escobar, 2003; Escobar y Mignolo, eds., 2010), pero yo creo que Illich, y por eso una persona como Gustavo Esteva –central en el postdesarrollo y la crítica al desarrollo– siempre señala a Iván Illich como uno de los grandes pioneros de la crítica de la modernidad, y por tanto, de la crítica del desarrollo.
Iván Illich había escrito un texto que circuló muchísimo, un texto muy radical que se llamaba en inglés To Hell With Good Intentions (1968), al infierno con las buenas intenciones, donde básicamente le dice a un grupo de norteamericanos jóvenes que venían a ayudar y a desarrollar a los pobres de América Latina, ¡váyanse al carajo! Vengan aquí a aprender de nosotros, a conversar con nosotros, vengan aquí a compartir nuestras vidas pero no vengan aquí a decirnos que los necesitamos ni que nos vienen a ayudar a desarrollarnos porque somos subdesarrollados, ni que vienen a educarnos porque somos ignorantes, nada de esas cosas. En la obra de Iván Illich también teníamos muy presente un frente para ese trabajo de crítica al desarrollo.
Desarrollo alternativo simplemente es el desarrollo de otra manera: desarrollo sustentable, desarrollo participativo, desarrollo con equidad de género, otro desarrollo; todos esos fueron elementos que surgieron en los 80’s, en los 90’s, que siguen surgiendo hoy en día pero desde esta perspectiva. Siguen siendo soluciones muy parciales a la problemática social, ecológica y cultural en el Tercer Mundo.
El postdesarrollo, que yo diría que es la segunda vertiente, sugiere que una vez deconstruido el desarrollo, podemos empezar a descentrarlo. Es decir, para Asia, África y América Latina, el desarrollo se convirtió en el concepto central a través del cual intentó entender su realidad y pensar en sus soluciones; ¡ahora descentremos! Hay unos problemas que el desarrollo trata de solucionar pero saquémosle el peso, saquémosle el aire –digamos–, que no siempre mediemos todo a través de este concepto. Tal vez lo podría explicar mejor mencionando unos conceptos relacionados que han surgido más recientemente, los conceptos de postliberalismo y postcapitalismo.
Qué significa el post; el post no significa que el desarrollo desaparezca del todo ni que el liberalismo desaparezca del todo, ni que el capitalismo desaparezca del todo; el post significa ese momento en que el capitalismo ya no es esa coentidad o categoría central que ocupa la economía de manera total, en que el liberalismo ya no es esa categoría o esa entidad que ocupa la sociedad de forma completa y natural como lo hacen las sociedades modernas, que son modernas y liberales.
El mundo moderno, o como lo dirían los teóricos decoloniales, ese sistema-mundo moderno/colonial, está completamente permeado, epistémica y ontológicamente, por una cierta modernidad dominante (en la experiencia histórica de Europa y Norteamérica.
La historia del nacimiento de los estados europeos y de los estados “periféricos” tiene que ver más con la concentración de la riqueza y la organización funcional de los procesos de control económico y político sobre las masas, y con una relación jerarquizante y de explotación entre el centro/rico y las periferias/pobres, que con la exaltación de un auténtico sentimiento compartido y altruista.
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