IMPRESIDENCIABLES
Todos son impresidenciables, y decimos que ¡TODOS! Porque no se escapa ninguno/a, la cultura política de este país no da para más. Sabemos que es mala cosa que seamos ave de mal agüero y vaticinemos un futuro poco optimista, pero los colombianos deben encontrar la felicidad en su interior y no depositar su fe en los candidatos de turno que van por intereses personales, más que pensando en gobernar acertadamente.
Si miramos para el Centro Democrático con solo mirar al padrino de Iván Duque, pensamos en Chuzadas, amigos de extrema derecha, reelección perpetúa, mentiras para ganar en el plebiscito y la lista es tan eterna que no terminarían de leer esta columna de opinión…
Si miramos para la otra orilla se encuentran Piedad Córdoba y el tan mencionado en redes sociales Gustavo Petro. De la primera podemos decir que es el típico voto de tamal populista que quiere vender la imagen de pueblo, pero que tiene negocios petroleros onerosos en los que el pueblo poco o nada tiene que ver. Del segundo, no podemos creer que defienda tan airadamente la situación en Venezuela ni un modelo económico que a leguas demostró que fracasó, aunque nuestro querido país no se diferencia mucho del vecino, aunque paradójicamente nos resulte más cómodo ver lo ajeno, y si no, observemos la educación (un privilegio), la salud que nos sigue matando, la expropiación de las viviendas con los famosos Planes de Ordenamiento Territorial, y demás situaciones de la cotidianidad.
En últimas, Petro en el Congreso siempre es y será brillante, como lo puede ser el mesías de la patria, el dotor Uribe, haciendo su trabajo de opositores, pero que no nos vengan con el cuento desde la extrema derecha o de la extrema izquierda que van pensando en gobernar para la gente.
Íbamos por los bordes, pero el centro tampoco hay nada de qué fiarse. Ni Fajardo, ni De la Calle podrán representar los intereses ciudadanos. El más “educado” nos dejó un legado para los antioqueños de cómo no se debe gobernar: dejar quebrado un departamento, las pirámides del centro, la caída de la millonaria Biblioteca España, y mientras seguía diciendo que en Antioquia no se perdía un peso y que seríamos los más educados, el departamento solo ganó en infraestructura de unos pocos parques educativos, pero en todos los índices esta región ocupaba los últimos puestos en educación.
Capítulo aparte merece Vargas Lleras, quien tiene toda la maquinaria a su disposición para quedarse con el botín mayor; el candidato o la carta oculta de Santos y Uribe, en caso dado de que sus candidatos no pelechen, y tememos que si éste queda, el centralismo será peor que antes de las elecciones locales.
Las FARC o Timochenko ni qué hablar, ya sabemos la historia que tanto nos han repetido RCN y Caracol al respecto (porque de los paras poco y nada), con lo que hicieron para montar un cartel del narcotráfico, usurpando el derecho de los colombianos a rebelarse ante un Estado que siempre fue en contravía de los intereses colectivos.
Por eso, ante el panorama político que se avecina no queda más que encomendarse a la divinidad y esperar que siga haciendo milagros con nuestro acontecer cotidiano, porque en nuestra ciudad para poder llegar al poder, el runrún es que hay que negociar con los pillos y con el GEA, a nivel nacional ¿Con qué organismos internacionales, grupos armados y financiadores locales se la tendrán que jugar?