La causa social de explicar nuestra sociedad con plastilina
Feha: 25/08/2022
Por: Andrés Ríos
El sueño de Édgar Álvarez, como artista plástico, era representar al mundo por medio de plastilina, por eso creó su proyecto: “¿Se lo explico con plastilina?”. Desde hace nueve años comenzó la iniciativa en la que puso su pasión para hacer lo que realmente le gusta, aportar a la memoria del país y trabajar con el tema de Derechos Humanos.
Los cerca de 400 comerciales de publicidad que hizo en Colombia nunca lo llenaron, siempre le generó un sinsabor, inquietándose porque no le aportaba nada a este mundo. Sin embargo, de la publicidad aprendió la relevancia de la practicidad, al emitir un mensaje claro y directo, con un margen de 30 segundos que no debe dejar espacio para la más mínima duda.
Hace un mes publicó en la revista Cambio una imagen de tres mujeres policías asesinadas. Él aborda hechos de injusticia, si la policía se equivoca, lo expresa como lo manifestó con el caso de los tres jóvenes asesinados como falsos positivos en Sucre, pero cuando la policía es quien recibe las consecuencias de la guerra, también lamenta estos hechos.
“Los sesgos políticos son complejos porque la gente se enceguece y solo se cierra a su punto de vista. Así como me halaga mucha gente, hay otra que me critica. Hay momentos en los que no vamos a estar de acuerdo. Defender a la policía es lo más impopular de este mundo”, asegura Édgar Álvarez.
En su trabajo con Derechos Humanos entiende que estos son para los humanos de todos los lados, de derecha e izquierda, son de todos y para todos. Si asesinan policías en la costa por el Clan del Golfo, es importante pedir solidaridad por sus familiares, aunque es consciente que no es un tema popular porque todo lo que ha ocurrido con la Fuerza Pública. Trabajar con personas de todos los sectores o posturas ideológicas le sirvió para erradicar los prejuicios, como lo demuestra su labor con excombatientes de las FARC e integrantes de la policía; lo que más ha nutrido sus argumentos.
Regresando al momento en que dio el clic, al cansarse de hacer muchos comerciales para la televisión, dejando atrás la comodidad de su estudio bien montado en Colombia, prefirió laborar con las uñas y adentrarse en las calles de Los Ángeles para hacer el cortometraje “Los invisibles”. Viajó a Centroamérica para escuchar la voz de los migrantes, en la actualidad con sostiene un proyecto con migrantes de Venezuela en el país. Su premisa es que sin pasión no salen las cosas bien. Siempre está en nuestra mente ese lado conformista que nos dice que no hacemos las cosas porque no tenemos los suficientes recursos, pero él es testigo de que el cuento está es en lanzarse y hacerlo.
Un puente hacia la historia
“Lo que yo hago es un puente hacia la historia, hoy me parecía interesante que se posteó un vídeo sobre una práctica de matar indígenas. Hay algo que atrapa a las personas y son los muñequitos, pero luego de eso viene el mensaje. Nosotros no somos expertos en la historia, pero lo chévere es como atraer a la gente hacia temas que pueden ser muy serios, en un material que le llega a todo el mundo”, relata Álvarez.
Algo que le ha impactado mucho ha sido la denominada época de la violencia en los 50, especialmente por los sucesos que pasaron con su familia, siendo sus abuelos desplazados por el conflicto en Tolima. Este periodo, desde su perspectiva, marcó una cantidad de cosas que ocurrieron. Él que pensara distinto había que atacarlo o desaparecerlo, e incluso como venía pasando anteriormente desde el santanderismo y los bolivarianos; los liberales y los conversadores en la guerra de los mil días. Pueden haber ocurrido unas masacres más duras que las que han pasado actualmente, pero el problema es que no había como documentarlas, como lo manifiesta: “Uno se aterra por lo que pasa con la guerrilla o el paramilitarismo, pero uno se pone a ver el nivel de violencia de esos momentos y desde ahí salieron cosas muy horribles, que la verdad no han cambiado mucho”.
Su metodología de trabajo se vio influencia por el legado del sociólogo Fals Borda, desde la Investigación Acción Participativa, que para él, no es llegar a un sitio a dárselas del verraco, sino de estar dispuesto a aprender y no de subestimar como a veces lo ha visto en la academia.
“Yo creo que hay algo que nos identifica mucho a los colombianos, es la estabilidad en la crisis. Eso tiene sus ventajas, hay en algunos lugares donde no saben manejar la crisis, aquí la gente siempre está pensando en una segunda opción. Desde la señora que le subieron los impuestos por vender obleas, que está pensando en hacer otra cosa; eso es muy interesante. Yo he viajado mucho en Latinoamérica y la gente cuando viene de países relativamente ricos, no saben cómo afrontar las crisis como en la época de Obama, porque la gente se suicidaba masivamente. Estaban acostumbrados a que el Estado era mucho más protector, pero nosotros en cambio no esperamos absolutamente nada del gobierno y nos la tenemos que ingeniar y ser más creativos; el colombiano hace algo muy bueno o muy malo, pero es muy creativo”, expresa este artista plástico.
Lo importante sigue siendo la pasión y el motor que te mueve, como en el amor. El tiempo podrá ser una limitante, pero no la excusa. Si usted como lector, lo tuviera enfrente, seguro Édgar Álvarez le preguntaría: ¿Cuál es su pasión? ¿Qué hace que lo que usted haga, es lo que quiera hacer el resto de su vida y esté dispuesto a darlo todo por eso? Seguramente cerraría concluyendo que si todos hiciéramos lo que realmente nos gusta, el mundo sería muy distinto.