Población con autismo requiere inclusión educativa y atención en salud
La consigna de la Corporación Corazones Azules es dar a conocer lo que pasa con las familias que tienen un integrante con autismo en Antioquia, hacer campañas para la inclusión en la educación de sus hijos, plantones cuando no los atienden en las EPS y realizar pedagogía para que la sociedad entienda los procesos que viven las personas que tienen este trastorno.
El Estado colombiano firmó un acuerdo con la ONU para generar unos protocolos de trabajo y se empezó a cambiar la ley, junto con las ONG que se unieron en forma de red en el país, con el tema de la discapacidad.
“En Estrasburgo ante la ONU se presentó el informe sombra, es decir no oficial, sino el de la sociedad, para ver si se ha cumplido lo que se pactó, obviamente no se está cumpliendo, lo poco que hace el Gobierno lo vanagloria mucho, pero la realidad es que todo lo que se tenga que hacer tiene que ser efectivo” aseguró David Jiménez Esteban, vicepresidente de la corporación Corazones Azules.
Frente al tema de salud, Jiménez recordó que actualmente las EPS están obligadas, en cuanto tengan un diagnóstico de autismo, a seguir un protocolo que dirigen desde el Ministerio de Salud, de obligatorio cumplimiento, según el cual, las instituciones de salud deben tener un equipo multidisciplinar para tratar a los niños. Dentro del equipo debe figurar: un pediatra, un neurólogo, un psicólogo y un terapeuta.
Esto con el objetivo de estimular a los niños y poderles garantizar un grado mayor de recuperación, como comunicarse mejor y poderse integrar a la sociedad, teniendo en cuenta que la recuperación absoluta no es posible.
“Las EPS te mandan cosas y estás varios meses sin tener nada, a los niños hay que ponerles anestesia y las EPS no quieren hacerle los exámenes a los niños, éstas no pagan, entonces hay gente que lleva dos años sin hacer ese famoso scanner” manifestó Jiménez.
Yesica Zapata es la representante legal de la corporación, tiene dos hijos con diagnóstico de espectro autismo, el niño se llama Yojan y la niña se llama María paulina de trece y ocho años respectivamente.
A ambos los diagnosticaron a los dos años con el trastorno, ninguno era verbal hasta que a los siete años comenzaron a hablar. “Ha sido difícil y complicado. A veces la niña se puede tornar agresiva y es difícil de llevar. Le cuesta los espacios donde hay mucha gente, donde hay mucha luz y solo utiliza unas prendas”, cuenta la madre.
En continuas ocasiones han querido cambiar a su hija de la EPS Salud Total a otra institución, pero las mismas veces ha hecho resistencia para que no le suspendan el proceso porque la ley garantiza que se le debe dar continuidad.
Inclusión educativa
Algunas veces ante la sociedad pasan por ser hijos maleducados o groseros, porque por desconocimiento de la sociedad ante lo que ven sus ojos no ven más allá, como por ejemplo una vez que estuvo en el estadio viendo un partido evidenció como a un niño que tenía síndrome de down todos lo atendieron, y a su hija por tonarse agresiva simplemente la señalaron de maleducada.
Por eso reflexiona: “Muchos no aparentan físicamente el trastorno, no tienen rasgos característicos. Si la discapacidad no se ve físicamente, estamos jodidos porque no van a tener ayuda”.
Yesica considera complejo la inclusión de estos niños en la educación formal: “En la Alcaldía manejan un programa supuestamente de inclusión, ellos tienen un equipo interdisciplinario que son las UAI (Unidad de Atención Integral), ellos evalúan cada niño con discapacidad que tienen en cada colegio. La educadora sabe que tu hijo tiene discapacidad ¿qué pasa? Ella lo sabe pero de ahí no pasa más. No hacen nada”, afirmó Zapata.
A lo que David Jiménez agrega que “Hay muchos colegios que están rechazando niños con TEA desde los privados y caros, hasta los más baratos. Hay mucho clasismo. Y como no tienen la información, ni los profesores acreditados para esta población, no hacen absolutamente nada”.
Por eso, desde Corazones Azules pretenden concienciar que estos niños que pueden ser ingenuos, en ocasiones algunos se pueden tornar agresivos; pueden ser excesivamente inteligentes o que no tienen un filtro emocional y no son prudentes para decir las cosas, por lo cual la sociedad los puede discriminar. La idea es que la gente comprenda que este trastorno lo puede tener cualquier niño y esto hace que requieran especial atención.
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