Urabá se queda sin dirigentes
La pobreza en la dirigencia de Urabá, produce asco y pena ajena, ya es hora que los alcaldes dejen de reunirse hacer vida social, farándula y tertulia y asuman sus responsabilidades.
Por: Wilmar Jaramillo Velásquez
Hace unos años en Urabá, existió una grupo de dirigentes, agrupados en una organización social denominada “Corporación Amigos de Urabá”, allí convergía la clase política, Compartir, los gremios, la iglesia, La Cámara de Comercio de Urabá, la academia, las fundaciones de los bananeros, las Fuerzas Militares y de policía, entre otros y salían en equipo a luchar y defender intereses comunes ante el gobierno regional y nacional, además de buscar cooperación internacional para proyectos sociales.
Recuerdo entre muchos otros dirigentes de la época a monseñor Tulio Duque, a la Hermana Carolina y al doctor Roberto Hoyos, recientemente fallecido, el liderazgo de La Cámara de Comercio de Urabá de ese entonces y a los alcaldes, trabajar hombro a hombro por una región progresista.
Ese liderazgo se perdió de la noche a la mañana y muchos se dieron cuenta que era mejor atesorar dinero, hacer negocios, que trabajar en equipo y buscar el bien común. Ese liderazgo es hoy un borroso recuerdo de nuestra historia reciente.
La citada organización se disolvió y el tiempo fue llevando a cada uno de sus integrantes por caminos diferentes, individuales y hoy la orfandad impera. Urabá se quedó sin dolientes, no tiene líderes, tiene seudo dirigentes de campañas politiqueras, tiene dolientes para hacer negocios, hacer dinero, pero lo colectivo se perdió.
Produce asco que el gobierno nacional invierta de los recursos públicos, de los ciudadanos más de un billón de pesos en las autopistas que cruzan la zona y que de ñapa nos instalen tres peajes, y que ninguno de los alcaldes, el diputado de la región, nadie absolutamente nadie se haya interesado en tan importantes obras, que los contratistas hagan los que se les da la gana frente a una ciudadanía estática, indolente como sus gobernantes.
Con excepción de un grupo de ciudadanos y ciudadanas del corregimiento El Reposo en Apartadó, que han osado reclamar por las bermas, la accidentalidad y la calidad de las obras a su paso por esta jurisdicción, nadie se atreve a abordar el tema. Esto da pena ajena.
Lo más lamentable es que las obras están quedando mal hechas, se están burlando de los habitantes de Urabá que aspiran a tener unas carreteras buenas, confiables, luego de medio siglo de transitar por trochas y caminos de herradura.
Esto no ocurre sino en Urabá que pareciera tierra de nadie, con semejante y descomunal inversión, para que los flamantes alcaldes se reúnan cada mes a tertuliar, hacer farándula y vida social y no se hayan tomado la molestia de firmar una denuncia conjunta reclamando del gobierno nacional una intervención urgente en la obra, sobre todo hoy cuando ya se sabe que la carretera no será entregada en los tiempos previstos y que los contratistas están en serios problemas con la Agencia Nacional de Infraestructura ANI.
Cuando la calidad de la obra deja mucho que desear, cuando en vez de una carretera más parece una colcha de retazos, como ya lo dijo este medio de comunicación en su blog oficial y como lo publica en su edición impresa: “Una vergüenza para la ingeniería moderna” y entonces uno se pregunta qué se hizo la dirigencia de la zona, dónde fue a parar, a qué se debe ese silencio cómplice de la otrora fogosa Cámara de Comercio de Urabá, por qué ese silencio de nuestros alcaldes, entre otros muchos silencios.
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