Voceadores del periódico El Colombiano: al sol, al agua y sin seguridad social
Fecha: 28/05/2019
Por: Andrés Ríos
¡QHubo! ¡El Colombiano! Es lo que gritan los voceadores del periódico tradicional antioqueño en las madrugadas hasta finalizar su jornada, luego de bajar desde sus hogares en la periferia, para seguir ganando cualquier peso que les permita seguir sobreviviendo. La protagonista de esta historia es una mujer que madruga religiosamente todos los días de la semana, organiza su casa y deja a su madre con desayuno, quien es adulta mayor. Se dirige al centro de Medellín a pararse en pleno centro de la ciudad para vender la prensa; el único trabajo que encontró para
poder subsistir, siendo un retrato de otros miles de trabajadores que viven la misma situación.
Desde un principio le dejaron claro que no tenía ningún beneficio a seguridad social, ni liquidación, solamente devengaría lo que logre hacer vendiendo cada día, en un periodo entre las cuatro de la mañana a diez u once.
“Nosotros somos voceadores: ninguno de nosotros tenemos seguridad social por parte de El Colombiano. Cuando uno entra le dicen que no hay derecho a prestaciones ni seguridad social”, aseguró esta mujer.
Ella cuestiona la labor de los taquilleros, dado que por medio de los voceadores tienen ese trabajo. “Ellos son los encargados de repartir los diarios a los voceadores, porque ellos no se paran en las esquinas a recibir
sol, agua, a aguantar hambre o a pararse todo un día así estén enfermos.
Ellos dependen de nosotros y las familias de ellos, así como el dueño de El Colombiano”, manifestó esta mujer.
Es una cadena distributiva de la que se benefician todos los eslabones, menos los voceadores que madrugan cada mañana para repartir y vender la prensa a la comunidad antioqueña. Son quienes están dando la cara al
público con la marca de ellos, tolerando los inconvenientes que puedan surgir cuando se trabaja en servicio al cliente, incluso, aguantando insultos o exponiéndose al tema de inseguridad en pleno centro de
Medellín. Conocer desde el ladrón, el proxeneta, el sicario, así como la cara más amable, trabajadora o emprendedora de la ciudad.
“Lo único que quisiera que cambiara es que nos dieran la seguridad social, porque la mayoría estamos en el Sisbén y con lo que ganamos sobrevivimos, pero no nos alcanza para pagar el seguro. La mayoría son mujeres, adultos mayores y seguramente no se alcanzarán a pensionar”, aseguró otro voceador con el que conversamos.
Con gripa, fiebre, trasnochados, con hambre y pase lo que pase, asisten parados a vocear y seguir promocionando el periódico que habla de justicia, valores y principios, pero que prefiere ahorrarse unos pesos negando el derecho a la seguridad social de sus trabajadores. Hay gente de 20 años y 30 años a la que nunca le han pagado la seguridad social. La mayoría lo hace por la necesidad, asegurando que corren un riesgo, exponiéndose a la seguridad vial cuando venden en la calle mientras transitan los vehículos.
“Hay muchas familias con madres cabezas de hogar que viven de vender la prensa, son gente muy humilde de barrios altos, por ser conformistas y por temor no reclaman sus derechos. Uno debe ser conformista, pero tampoco aguantarse las injusticias. Nadie se reúne, nadie dice nada. Si yo hablo, nadie habla, así de sencillo. Con El
Colombiano todo es de palabra, sin contrato y sin prestaciones. Yo me enfermo y voy al seguro que pago por mi cuenta, pero hay muchos que no tienen seguro”, afirmó un voceador con el que dialogamos.
Otro entrevistado recordó que el periódico conservador, empezó hace más de cien años. Anteriormente todos eran sentados vendiendo, quien manejaba la imprenta cogió a los habitantes de calle para que vendan en peniques, en ese entonces; ahora con Q’Hubo ha aumentado el mercado.
“Yo les he dicho a ellos, imagínese que nos reunamos los cerca de dos mil trabajadores y le pongamos una demanda a El Colombiano. Incluso, por ser tan crítico a veces me dejaban ocho días o quince días sin vender, porque yo cogí este trabajo por necesidad. Luego de salir de la anterior empresa, no encontré otra alternativa. En este diario no solo
son empresarios, sino también políticos que no hacen nada ni siquiera por sus mismos trabajadores”, concluyó un voceador.
Ellos manifiestan que no hay con quién reunirse o plantear el tema desde los mismos voceadores porque les da miedo, porque si ellos empiezan a hablar temen que posiblemente se queden sin trabajo.
Indagué a los voceadores de Publimetro y de ADN, ambos nos manifestaron que les pagan el mínimo y las respectivas prestaciones. En ese sentido, quisimos indagar y conocer la versión de las directivas del periódico, pero la secretaria nos dijo que debíamos contactar al área de gestión humana, donde nos respondió la directora, Beatriz López, quien nos aseguró que presentáramos todas las inquietudes por escrito.
Quedando en el aire las siguientes preguntas: ¿Por qué no les pagan la seguridad social a estos trabajadores con todas las líneas de negocios que tiene esta empresa? ¿Son dos mil o mil voceadores sin seguridad social
en el Valle de Aburrá, como dicen estos trabajadores? Si su misión habla de tener un enfoque humanista y proteger los derechos fundamentales, ¿por qué una empresa que lleva más de cien años en el mercado no les
cumple a sus propios trabajadores?
Quienes más deben resistir son los propios periodistas que habitan esta clase de medios, como ocurrió con los dos periodistas, que en 2015, pretendían realizar una investigación sobre restitución de tierras, en
Urabá, donde tienen predios los hermanos Hernández de La Cuesta, por lo cual recibieron presiones de los accionistas para coartar su libertad de prensa y hasta recibieron un sobre de un motociclista anónimo con
sus nombres; viéndose obligados a renunciar. Si en este diario hicieron parte del proyecto Antioquia la Mejor Esquina de América: ¿Dónde está el archivo de lo que no se ha publicado?
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