¿El calentamiento global y local es irreversible?
Foto: Javier Nieto/ El Tiempo
Escrito por: Carlos Arturo Cadavid Valderrama
El clima como bien común
El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha estado acompañado del constante crecimiento del nivel del mar, y además es difícil no relacionarlo con el aumento de eventos meteorológicos extremos, más allá de que no pueda atribuirse una causa científicamente determinable a cada fenómeno particular. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor producido por los rayos solares sobre la superficie de la tierra se disperse en el espacio.
Esto se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, que hace al corazón del sistema energético mundial. También ha incidido el aumento en la práctica del cambio de usos del suelo, principalmente la deforestación para
Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable ((Palabras del Papa Francisco, Encíclica Laudato Si, 2015).
No es sencillo en términos comunitarios y breves abordar la amenaza que representa para la especie humana los cada vez más graves fenómenos relacionados con el cambio climático, el calentamiento global y la contaminación ambiental: todos la estamos sintiendo ya en Medellín desde hace varios años y sus perniciosas secuelas de altas temperaturas, polución, enfermedades no disminuirán, pese a las medidas que se han adoptado, tanto porque son insuficientes y pírricas en una ciudad cuyo modelo de desarrollo está diseñado en el POT para el negocio y no para las gentes (Ver Boletín No, 45, abril 2017) y que porque hacen que el derecho a la ciudad y también el derecho al clima como bien común, sean derechos fundamentales que debemos poner en las agendas populares.
Desde hace años debieron la clase política y los gobiernos nacional y locales, que son quienes toman las decisiones y las puede imponer, encender las alarmas y decretar la emergencia roja general permanente, estar adoptando una capacitación masiva, usando todos los medios posibles, toda la tecnología existente con la inversión necesaria para mitigar estos fenómenos, en lugar de estar promoviendo por acción y omisión que se sigan causando daños irreversibles al ambiente del campo y la ciudad. Al lado de las medidas de emergencia ambiental por los altos grados de contaminación urbana y calor, se promocionan ferias de vehículos de dos y más ruedas a gasolina y diésel, que ya están desautorizados en otros continentes. “En la última década la cantidad de autos que circulan por el Valle aumentó un 304 por ciento, pasando de 478.000 automotores en el 2005 a una cifra de 1’453.000 en el 2016. Por otro lado, más del 50 por ciento del parque automotor de la ciudad tiene más de 15 años de antigüedad, lo que los hace más contaminantes (El Tiempo, Redacción Medellín, 23 de marzo 2017).
Consideramos que el compromiso de Colombia de reducir un 20% la emisión de gases efecto invernadero para el año 2030, se queda corto, pues la realidad muestra que ni siquiera se va a cumplir con este porcentaje. Las tragedias de Mocoa y de Manizales, tienen nombre de pobreza pero también de irresponsabilidad por la agresiva deforestación que se permite y evidencian la relación entre cambio climático, deforestación y desastres.
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial están creciendo exponencialmente: al momento de publicarse este boletín alcanzarán la cifra aterradora de 408 partes por millón en la atmósfera terrestre, lo cual se puede observar en línea en este enlace: https://www.co2.earth/earths-co2-main-page. La ONU se pronunció con inusitada alarma desde diciembre pasado: «Si no comenzamos a adoptar medidas adicionales a partir de ahora, terminaremos llorando ante una tragedia humana evitable«, declaró Erik Solheim, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (El Espectador, Medio Ambiente. 3 Nov 2016).
Con las siguientes reflexiones y unas breves respuestas tomadas de uno de los mejores informes didácticos elaborados por especialistas colombianos, queremos tratar el asunto por segunda ocasión en este medio comunitario. Esperamos sirva de concienciación sobre los peligros que se ciernen sobre nosotros pero especialmente sobre las nuevas generaciones a quienes les dejamos un planeta en estado agónico que puede morir sino se toman ya mismo acciones más radicales para disminuir las emisiones de los gases de efecto invernadero, principalmente, y no cambiamos de hábitos de vida y de consumo de inmediato.
Aconsejamos buscar y leer este documento, Cambio climático: lo que está en juego, escrito por Manuel Rodríguez Becerra, Henry Mance, Ximena Barrera Rey y Carolina García Arbeláez, actualizado al 2015 y publicado por Foro Nacional Ambiental, Universidad de Los Andes, WWF Colombia y Fundación Fredrich Ebert Stiftung (www.wwf.org.co).
1 ¿Qué tan seguros estamos del fenómeno de cambio climático?
Una evidencia científica internacional abrumadora señala que, desde 1750, el planeta está experimentando un calentamiento neto y que, durante el presente siglo, continuará calentándose a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producidas por la acción humana, en particular, la procedente del consumo de petróleo, gas natural y carbón. Este es, sin duda, el problema más grave en el campo ambiental y, según muchas autoridades, la mayor amenaza global para el desarrollo. En esta sección se exponen las causas del fenómeno y se examinan las razones y sinrazones de quienes no creen en el calentamiento global.
“El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios y milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado”. Así resumió en 2014 la evidencia con que se cuenta la entidad científica más importante en la materia, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su nombre en inglés).
¿Cuáles son los otros gases de efecto invernadero? El dióxido de carbono (CO2) no es el único gas de efecto invernadero. Además del CO2, hay otros siete GEI: 1) el metano (CH4); 2) el óxido nitroso (N2O); 3) los fluorocarbonados (CCL2F2); 4) los hidrofluorocarbonados (CCl2F2); 5) el perfloroetano (C2F6); el 6) hexafluoruro de azufre (SF6); y 7) el vapor de agua.
Es evidente que si se hubieran tomado las medidas aconsejadas por la comunidad científica a partir del momento en que se acordó la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas en 1992, la magnitud del problema actual y proyectado sería mucho menor.
2 Los impactos globales y locales: más allá de los osos polares
Los impactos del calentamiento global se perciben con frecuencia como una cuestión del futuro lejano o como si, en la actualidad, solo estuviesen afectando algunas especies de animales que habitan en el Ártico. De hecho, los efectos del cambio climático ya son evidentes en todos los países y en Colombia también.
“Casi todas las personas a quienes usted pregunta si creen que el clima ha cambiado en las últimas décadas, le responderán afirmativamente y le darán muchos ejemplos” (James Lovelock, científico británico, autor de la Hipótesis Gaia).
Que el planeta Tierra no traspase el umbral de 2 °C de calentamiento –la meta global que los Gobiernos se propusieron– sería una buena noticia puesto que más allá es altamente peligroso. Pero tampoco nos dará tranquilidad pues los impactos en ese nivel son considerables. Un mundo con 2 °C de aumento promedio de la temperatura producirá graves daños en Latinoamérica y el Caribe, entre otros.
¿Y si se detiene la emisión de gases de efecto invernadero en forma tal que no se sobrepase el límite de los 2 °C, los impactos se detendrán o retrocederán? No. De acuerdo con la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (2011), “el cambio climático que ocurre como consecuencia de los incrementos de dióxido de carbono persistirá por miles de años, aún si las emisiones se detienen en cualquier momento en el tiempo. La literatura científica reciente ha mostrado que la contribución al calentamiento global causadas por CO2 antropogénico puede estar directamente relacionado con las emisiones acumulativas de dióxido de carbono.”
3 ¿A qué se comprometió Colombia en mitigación?
Colombia se comprometió a reducir el 20% de sus emisiones de GEI para 2030, a partir de un escenario inercial –business as usual–. Esto quiere decir que el país tomó como punto de referencia el inventario de emisiones nacionales de 2010 y proyectó cómo crecerían sus emisiones si no se tomaran medidas de mitigación. Con base en esa proyección, creó un escenario para 2030; la reducción de 20% es sobre ese escenario proyectado. Igualmente, Colombia se comprometió a aumentar esta meta a 30% si contaba con cooperación internacional.
Conclusión:
En últimas, se ha estado dilatando una solución. Esto significa que los impactos que le legaremos a los jóvenes de hoy y a las generaciones futuras como consecuencia del calentamiento global serán muchos mayores, en comparación con los que hubieran ocurrido si hubiéramos actuado a tiempo. El reto no es salvar al planeta, como muchos afirman erróneamente, sino proteger la especie humana y asegurar su bienestar. Y es que como lo ha subrayado el Papa Francisco en su encíclica: “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo”.
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