La Biodiversidad en Medellín y el Distrito Rural Campesino
La Asomadera. Área protegida por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá a través de la Resolución 0857 del 29 de junio de 2011. Fuente: Secretaría de Ambiente de Medellín.
Por: Carlos Arturo Cadavid
Fecha: 28/10/2024
La ciudad de Medellín cuenta con 13 reservas naturales en los cinco corregimientos y la Secretaría de Medio Ambiente lleva más de diez años adquiriendo, preservando y restaurante terrenos en suelos de protección. Son 2.738,5 hectáreas de bosques adquiridos y recuperados que beneficia las cuencas hidrográficas. No todo es cemento, se reconoce, sin embargo, la labor no es fácil ante la “catapila” de la expansión urbana de vivienda de alto costo que se apropia de cualquier metro edificable disponible pero que también por la creciente ocupación informal de suelo inestable se pone en aprietos la permanencia campesina de nuestros corregimientos, ya que se adelanta la compra venta ilegal de predios, aprovechados los grupos delincuenciales de la necesidad de vivienda de cientos de familias sin hogar que llegan a la ciudad y no encuentran vivienda social suficiente por parte del Estado.
Es sino observar el masivo fenómeno de la edificación en altura en las faldas de la cuenca La Iguaná y de zonas de alto riesgo, para darnos cuenta del gran peligro que representa para las comunidades campesinas del corregimiento de San Cristóbal y para la biodiversidad aún en pie, semejante “conurbación” a la fuerza, para mencionar un solo caso. En esta misma medida se afecta la biodiversidad de los corregimientos, próxima a zonas de reserva e incluso de páramo, cuya importancia para el agua es vital para todo el Valle de Aburrá, ya que sus habitantes han sido unos guardianes naturales acendrados de la seguridad alimentaria de la gran urbe.
Aparte de las reservas anotadas, la metrópoli cuenta también con 20 cerros tutelares que son “indispensables para la conectividad verde de la ciudad, pues prestan importantes servicios ecosistémicos como la regulación hídrica, sirven como barrera a la expansión urbana, dan protección a los suelos, regulación climática y conservación de la biodiversidad” (https://www.medellin.gov.co).
Este vínculo clave entre la biodiversidad y la ruralidad de nuestros corregimientos es importante tenerlo en cuenta en la actualización del Plan de Desarrollo Territorial respecto al Distrito Rural Campesino (DRC) que es un instrumento de ordenamiento contemplado en el Acuerdo 48 de 2014; a fin de que pueda fortalecerse con la iniciativa de Acuerdo de Política Pública Campesina presentado por organizaciones campesinas, sociales y ambientales ante el Concejo Municipal.
Hacemos votos para que se acoja y se cumpla sin dilaciones con el objetivo central de “planificar, gestionar, impulsar y promover mediante programas y proyectos, las actividades productivas y económicas de los habitantes rurales en las zonas definidas, con una visión regional que permita mantener la producción de alimentos, la cultura, los paisajes agrarios y la permanencia de la población rural, a través de acciones físico espaciales, económicas, culturales y sociales.”
Así mismo abogamos para que estos sectores sean incluidos sin barreras en los beneficios de exención por 10 años contemplados en las leyes pilares de los avalúos catastrales (14 de 1983 y 44 de 1990) así como en el rango del milaje mínimo del Estatuto Tributario por tratarse de economía campesina e inmuebles rurales que frenan la expansión urbana forzada, protegen la biodiversidad y garantizan soberanía alimentaria, como se ha reconocido en la Escuela de Formación de la Corporación Penca de Sábila.
La COP16 de Cali y las metas de la biodiversidad
Habrá que tener en cuenta los referentes ambientales adoptados por la COP16 (16° Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas), respecto a la actualización del Plan Nacional de la Biodiversidad que cada país firmante de dicho Convenio Internacional está obligado a presentar (solo 34 países de 196 cumplieron). De la mano de colectivos ambientalistas como el Movimiento del Aire Puro y Salud Pública del Valle de Aburrá y el Instituto Popular de Capacitación (IPC) logramos participar en eventos previos de propuestas regionales al Plan Nacional de la Biodiversidad y una delegación presentó en Cali (1 de noviembre de 2024) los logros, las metas y los obstáculos de la lucha en Medellín contra la contaminación atmosférica en pro de la salud de los habitantes y por un ambiente sano.
El Plan colombiano contempla metas como la protección de especies, la restauración de ecosistemas y el aumento de las áreas protegidas, incluyendo oceánicas, pasando del 24% al 34% hasta el 2030 (El Colombiano, octubre 27 de 2024), cuatro puntos por encima de los estimativos mundiales.
Tratamos de ser realistas y objetivos frente a la pérdida acelerada de la biodiversidad que, junto con la crisis climática y la deforestación, representa el mayor daño para la vida humana en el planeta, causados por un modelo desarrollista depredador, donde las mismas alternativas de sustitución de las fuentes tradicionales de energía basadas en la combustión y emisión de gases de efecto invernadero (petróleo, diesel y gas) conducen a incrementar la minería en por lo menos un 400% en los próximos 25 años, para poder proveer a la economía hegemónica de los países del norte de esos raros y escasos elementos que requiere la producción de energía solar, eólica, marítima, geotérmica, nuclear, negocios tras de los cuales pugnan en la COP16 grandes multinacionales para imponernos una “economía verde” basada en la mercantilización de la biodiversidad. Amanecerá y veremos.
El calentamiento global ha superado los 1.5 grados presupuestados para el 2050 (estamos en 1.54 grados promedio y la atmósfera contiene ya 422,16 partes por millón de CO2 a octubre de 2024 (https://www.co2.earth), 222,16 partes más que en la era preindustrial.
Los efectos negativos perdurarán por cientos de años incluso si se eliminan por arte de magia las causas de la crisis climática. Dejar de consumir a conciencia todo lo que no sea necesario para la vida digna y austera, es un imperativo moral y humanista, mientras estemos en emergencia global: allí está la sequía irreversible del rio Amazonas, allá las torrenciales lluvias en el Sahara marroquí y aquí las intensas olas de insoportable calor e frecuentes inundaciones citadinas combinadas por un Niño y una Niña caóticos.